El 10 de julio de 1883 se libró la Batalla de Huamachuco, el último enfrentamiento armado importante entre los ejércitos de Perú y Chile, y que llevó a que Miguel Iglesias, apoyado por el gobierno chileno, firmara posteriormente el Tratado de Ancón, en que cedía territorio peruano al invasor.

Andrés Avelino Cáceres, el estratega peruano que lideraba un ejército de pordioseros, sin dinero y pocas armas, era temido por Chile, e incluso ofrecían una recompensa por su cabeza, pero el caudillo siempre salió bien parado en todas las batallas donde peleó.

La batalla fue sangrienta: Cáceres con el inmortal batallón Zepita y su legendario caballo “El elegante” arengaba a la tropa, y empezamos ganando la batalla, el enemigo comenzó a retroceder, la victoria estaba cantada, y en momentos en que el invasor retrocedía, las municiones se nos agotaron, envalentonando el adversario, que regresó y bayoneta en mano se enfrentó a un ejército que solo se defendía a culatazos. Perdimos el 80% de nuestros combatientes y en un momento Cáceres, que estaba en línea de fuego, fue rodeado por los chilenos. Muchos pensaron que lo habían matado, pero fue su caballo quien lo salvó, pues pudo saltar una acequia y agachándose sobre el animal sintió las balas encima de su cabeza, enrumbó a las alturas con un puñado de peruanos y posteriormente marchó a la sierra para organizar un nuevo ejército.