El 18 de octubre se realizaron las elecciones generales en el Estado Plurinacional de Bolivia y el 25 la consulta ciudadana o plebiscito sobre el cambio constitucional en Chile.
Con resultados contundentes, Bolivia eligió como nuevo presidente a Luis Arce Catacora con un 55% de los votos válidos, y dio el segundo lugar a Carlos Mesa con un 28%. Retorna el MAS al gobierno tras el golpe de Estado contra Evo Morales en agosto del 2019. Todos los esfuerzos desde la Presidencia con Jeanine Yañez por desmontar las reformas del gobierno de Morales, fueron derrotados con este resultado abrumador.
Y en Chile, un contundente 78% aprobó la necesidad de elaborar una nueva Constitución Política que reemplace a la de la dictadura militar de Pinochet. Se elegirá una Asamblea Constituyente para su elaboración. La movilización masiva, desde los escolares o “pingüinos” hasta las últimas y multitudinarias, han hecho posible este nuevo proceso constitucional.
Las repercusiones de estos resultados se verán en América Latina y en el país, especialmente por las similitudes con la Constitución de 1993 y la que se busca cambiar en el país del sur. Ambas, nacidas de gobiernos dictatoriales, desterraron la planificación económica como instrumento de política. Ambas solo admiten un rol subsidiario del Estado en la economía. Y los resultados de la privatización los sufrimos durante esta pandemia y emergencia sanitaria.
El proceso boliviano remarca la necesidad de que la izquierda, y los sectores progresistas y democráticos, nos unamos en torno a una propuesta programática con objetivos de gobierno claros, que revalorice la vigencia de nuestros pueblos quechuas, aymaras y amazónicos
Soplan nuevos vientos progresistas y solidarios en América Latina, ¿repercutirán en nuestras elecciones de abril del 2021?