El Gobierno volvió a arremeter contra la prensa. Hace dos días el ministro de Energía y Minas, Eduardo González Toro, de una forma descortés, se negó a informar sobre temas de interés público dejando en claro que solo declarará a los “medios que no le hagan problema”. Ayer el presidente Pedro Castillo, en Huancavelica, dijo que algunos medios tienen actitudes nefastas y que “no me voy a permitir darle un centavo a aquellos que tergiversan la realidad”.
El jefe de Estado y su equipo parecen empeñados en atacar a la prensa como una estrategia para desviar la atención de temas centrales como el desmadre generado por la premier antiminera Mirtha Vásquez, la improvisación del régimen y los escándalos de corrupción que le salpican en la cara.
Es evidente que producto del alto grado de improvisación del Ejecutivo no se den los resultados esperados y la gente se impaciente. Ante ello, no hay estabilidad y el presidente vive en tembladeral. Eso, creemos en Correo, lleva al mandatario a atacar al “mensajero” afirmando que no dará publicidad estatal a ciertos medios.
¿Acaso los avisos son “premios” para los medios “amigos”? Si hay periodistas y medios que mendigan publicidad, el mandatario debería decir cuáles son. Hoy el Perú atraviesa por una grave crisis política que ha generado que la ciudadanía desconfíe de sus gobernantes. Más allá de inventarse enemigos, Castillo y sus ministros deben concretar cuanto antes logros en cuestiones básicas, antes de atacar a la prensa para distraer a la gente.