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Estamos a pocas de horas del encuentro entre el Presidente de la República y el titular del Congreso. Un gesto que ojalá contribuya a salir del pesimismo político y económico en el que nos han hundido precisamente el Gobierno y la mayoría parlamentaria. Es lo que pedíamos todos por lo menos de la boca para afuera. Y ojalá exista una voluntad real de ambos detrás del apretón de manos y las sonrisas. El presidente Vizcarra se adelantó con la agenda y señaló varios temas, empezando por el adelanto de elecciones, mientras que el fujimorismo, aunque no participe formalmente en la reunión, tiene la suya pero debe ser consciente de lo que arriesga con un engañamuchachos mientras decide si adelanta las elecciones. La gente está más que harta y desconfiada, pero lo que corresponde es alentar el camino de un entendimiento mínimo. Para eso, es necesario dejar posiciones recalcitrantes y no atizar las diferencias con declaraciones que polarizan. La tarea es entender que el ejercicio de la política demanda respeto por la posición ajena y un esfuerzo por buscar las coincidencias para obtener resultados. No hacerlo es abrir la puerta a los populismos viejos y nuevos.

Popper decía que los valores reales deben importar más que las palabras para no perdernos en discusiones. Es decir, centrarnos más en las ideas que en las etiquetas y los “ismos” que nos han hecho perder el tiempo y nos han llevado a este estado de desconfianza y achoramiento. Nos cuesta hacer el esfuerzo por ir más allá, de dejar de ver todo blanco y negro. Debemos porfiar por entender que la democracia no tiene por qué ser esa polarización absurda ni el debate pobre que nos enreda. La democracia parte del ejercicio de una libertad política, que en palabras de Popper puede ser un “instrumento sencillo, pero ciertamente algo tosco” es pasar por encima del resto, ignorar a las minorías, creer que solo importan las mayorías electorales o la popularidad de las encuestas. Sin entender eso cualquier diálogo es inútil. El tiempo juega en contra para el calendario de adelanto de elecciones, pero también para tomar decisiones que reconduzcan la economía. Ambas cosas son importantes.