Hace unos días, un funcionario de la Municipalidad Metropolitana de Lima soltó una llamativa respuesta frente a los cuestionamientos que se venían haciendo con motivo de la caída del puente Solidaridad en Lima. Resulta que dicha infraestructura no tenía una larga data desde su construcción, apenas seis años, sin embargo el incremento del caudal del río Rímac generó la tragedia ya conocida.

¿Y por qué fue llamativa la respuesta de dicho funcionario? Resulta que ante las preguntas que un periodista venía formulándole en torno a lo ocurrido en el mencionado puente, el funcionario respondió: “El puente no se ha caído, solamente se ha desplomado”, al respecto, los doctos en la materia, es decir, ingenieros, han referido que no existe una diferencia cualitativamente técnica entre ambas palabras (caerse y desplomarse).

Ahora bien, considero que el problema no radica en el error del tecnicismo utilizado por dicho funcionario, considero que el problema radica en la prepotencia y total desánimo que tuvo dicha persona frente al hombre de prensa, esto, por increparle que no le entendería por el solo hecho de ser periodista.

No es un descubrimiento afirmar que “el buen trato” es una forma de urbanidad muy poco practicada en nuestro país, sin embargo, dicha cualidad es una de las muchas características exigidas a todo servidor que se encuentra vinculado al Estado. El demérito del referido funcionario no fue su confusión terminológica, sino haber olvidado su condición pública y profesional.

Creo que ahora no me cabe duda de que en nuestro país hay tantos puentes caídos como funcionarios desplomados.