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El cambio climático puede implicar variantes en la distribución y abundancia de las diferentes especies pesqueras, producto de las modificaciones que puedan darse en la temperatura del mar y la disponibilidad de alimentos.

Gaines y otros expertos (2018) de la Universidad de Washington consideran que el volumen total de peces en el mar será igual, pero con cambios en su composición. Es decir, esperan que algunas especies se vuelvan más abundantes y que su ubicación en el mar varíe.

La volatilidad de los últimos años y sus implicancias en la anchoveta han mostrado la especial relevancia de una buena gobernanza para enfrentar escenarios de bajas capturas. Por efectos climáticos -y también regulatorios-, las capturas han caído de un promedio de 7 mlls. TM entre 2000-2008 a 4 mlls. entre 2009-2017. En este escenario, la gestión con base en cuotas individuales permitió que los armadores antepusieran la sostenibilidad a las dificultades financieras por las bajas capturas. Gracias a ello, hoy tenemos una biomasa saludable.

Al respecto, Gaines y otros concluyen que una mejor gestión pesquera puede compensar los efectos negativos del cambio climático. Así, plantean que la regulación debe prepararse para reducir las cuotas de pesca de las especies que se vean afectadas por el cambio climático y aumentarlas en aquellas que prosperen.

En ausencia de cambio climático, la buena gobernanza pesquera también es importante para que todos los actores estén alineados en la sostenibilidad de las diferentes especies. De cara al futuro y a los cambios que se espera vendrán, la buena gobernanza es aún más necesaria.