Los cambios constantes en el gabinete ministerial solo generan inestabilidad. Es evidente que con tanta rotación no se concrete ninguna política pública en favor del desarrollo del país. Con la juramentación de dos nuevos ministros, la noche del último martes, ya suman 68 en poco más de 13 meses del gobierno de Pedro Castillo. Como algunos se han ido y vuelto, ya son 70 los cambios, una cifra que habla de la pésima gestión del Ejecutivo. Nunca antes el Perú tuvo semejante cantidad de ministros en tan poco tiempo, por supuesto, con resultados pobrísimos.
Con este panorama, el jefe de Estado solo emite señales de confusión y desconcierto a la ciudadanía, sin descartar que también les llegue a su propio equipo. Un presidente inseguro y vacilante es lo peor que le puede pasar al país en estos momentos de crisis política.
Si a esto agregamos que se ha cambiado al décimo Director General de la Dirección General de Inteligencia del Ministerio del Interior (Digimin) en este gobierno, ya la situación es crítica. Estas vacilaciones solo demuestran una gran capacidad de destruir potencialidades de una institución clave del Ejecutivo para luchar contra la delincuencia y la corrupción.
En tanto, el regreso de César Landa al ministerio de Relaciones Exteriores también proyecta inestabilidad en una cartera clave para la imagen del Gobierno hacia fuera del país. Parece que Castillo no visualiza estos problemas en su real dimensión.