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Un cambio fundamental en las elecciones generales está a punto de concretarse. Se trata de los sufragios internos de las agrupaciones políticas, en los que la ciudadanía deberá participar de manera obligatoria para elegir a los candidatos.

Aunque todavía falta la aprobación del pleno del Congreso, la Comisión de Constitución acordó la modificación del artículo 24 de la Ley de Organizaciones Políticas, en la cual se permitía tres modalidades para designar a los postulantes a los comicios:

1. Elecciones con la participación de afiliados y no afiliados. 2. Elecciones con la participación solo de afiliados. 3. Elecciones con la participación de los delegados de la organización política. Es verdad que estas tres fórmulas fueron burladas con frecuencia por la falta de veedores imparciales.

Con la nueva disposición, los electores debemos participar en las “elecciones primarias”, como se le ha denominado a la forma imperativa de involucrarnos en la vida política. De esta manera tal vez pueda erradicarse el lamento popular de solo lanzarle la responsabilidad a las agrupaciones por la calidad de los postulantes.

Otro punto resaltante es que, ante la cantidad de grupos que se presentan como parte de la fiesta democrática, estos deberán superar la valla electoral en las “primarias” para continuar en carrera con sus candidatos.

Se ha determinado que los partidos y las agrupaciones pasen el 1.5% de los votos emitidos en las elecciones generales; y los movimientos políticos deberán hacerlo con el 4% de los votos en sus respectivas jurisdicciones.

Al margen de estos puntos, hay uno que todavía no ha sido agendado por el grupo que preside Rosa Bartra, y tiene que ver con la alternancia. Es decir, que haya un equitativo 50% para candidatos hombres y mujeres. Esto, sin duda, merece un análisis técnico y social.