La liberación de Alberto Fujimori por parte del Tribunal Constitucional (TC) parece haberse convertido en un salvavidas al menos temporal para el presidente Pedro Castillo, pues el fallo a favor el mandatario ha distraído la atención respecto al gobierno del lápiz que sigue empeñado en reclutar a gente cuestionada y no responder por su ineficiencia y contaminación por la corrupción.

El fin de semana hubo una marcha y quizá a partir de semana vengan otras. En ellas hemos visto a algunos miembros de este gobierno y a sus aliados exigiendo que Fujimori no salga a la calle. Están en su derecho. Sin embargo, en estos momentos el problema de fondo en el Perú no es el condenado exmandatario de 83 años, sino el gobierno de Castillo que es el que supuestamente tiene que sacar al Perú de la crisis.

Es bueno expresarse a favor o en contra de validar el indulto a Fujimori que dejó el poder hace 22 años, pero es mejor fijarse en las acciones del gobierno del presidente Castillo que parece empeñado en llevarnos al despeñadero con gente impresentable y que como en el caso del ministro de Salud, Hernán Condori, no es removido ni por el Congreso que parece haber claudicado en su rol de hacer control político.

Con un gobierno que hace lo que le da la gana sabiendo que no pasa nada, y con un Congreso donde las cosas parecen arreglarse tras bambalinas quizá para ganar las próximas elecciones por la Mesa Directiva, la cosa se complica aún más para el Perú. Mañana nos ponen a Iber Maraví de ministro de Defensa o Interior, y luego de dos días de ruido, todo seguirá igual. No nos distraigamos.