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En noviembre se promulgó la ley del cannabis medicinal, y a la ceremonia en Palacio asistieron las madres que desde el inicio impulsaron su legalización, en defensa del derecho a la salud de sus hijos. Su presencia era un reconocimiento a su lucha valiente, y un acto de desagravio frente a la indiferencia y persecución que habían recibido del Estado.La ley es una hija de su tiempo, y cuenta con algunas restricciones y vacíos. Una de ellas es la ausencia de autorización expresa para la producción vigilada de cannabis medicinal por parte de asociaciones de pacientes. El consenso no fue posible para colocarlo en la ley, pero existe la esperanza de que el reglamento pueda considerar a estas asociaciones de alguna manera; por ejemplo, permitiendo convenios de colaboración con el Estado o con universidades.La premier Aráoz ha mostrado siempre su compromiso con este tema, y en la promulgación se comprometió con las madres en que formarían parte del proceso de reglamentación. Lamentablemente, el plazo de reglamentación de 60 días está por cumplirse y hasta la fecha ellas no han sido incorporadas al trabajo y mis consultas sobre el proceso no han sido respondidas oficialmente.Entiendo que esta reglamentación implica un trabajo riguroso y complejo, y es predecible que tome más de 60 días. Pero lo que preocupa es que no exista certeza de que este proceso está en marcha, y tampoco queda claro que se esté tomando en cuenta a la sociedad civil especializada.Los ciudadanos esperan un reglamento legítimo y que responda a las justas expectativas de familiares y pacientes. Es responsabilidad del Ejecutivo saldar esta deuda lo más pronto posible.