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El pasado 23 de febrero, el esperado Reglamento de la Ley de Cannabis Medicinal fue finalmente aprobado luego de más de un año de espera. Sin embargo, quienes en su momento visibilizaron el empleo medicinal del cannabis con la producción de un aceite que mejoró la salud de sus hijos y familiares consideran que el proceso legislativo aún está inconcluso.

Así pues, sin perjuicio de que aún se necesitan disposiciones administrativas para la plena vigencia de la norma, la dación del reglamento completa un primer ciclo que facilita el acceso al cannabis a muchos pacientes. En consecuencia, quienes tienen recursos para adquirir los medicamentos o productos derivados; o tienen una condición médica que puede ser atendida con productos farmacéuticos estandarizados; o no necesitan cannabis medicinal que tenga más de 1% de THC, serán los primeros beneficiados.

De otro lado, mientras se elaboraba el reglamento, más países legalizaron su uso, más estudios han ampliado la lista de condiciones médicas que se benefician con su uso, y más estudios evidencian que es menos dañino que los opioides. Asimismo, la Organización Mundial de la Salud solicitó recientemente a la ONU que retire el cannabis medicinal de la lista de sustancias altamente riesgosas sin beneficios medicinales.

En este contexto, corresponde iniciar una segunda etapa de acceso al cannabis medicinal. Ello beneficiará a quienes lo necesitan con más de 1% de THC, no tienen recursos para adquirirlo, o no pueden ser atendidos con productos farmacéuticos cannábicos estandarizados. Es decir, ahora toca concentrarnos aún más en atender la necesidad que tenían y tienen todavía las madres y los pacientes que cultivan el cannabis para proteger su salud.