El director ejecutivo de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios (ARCC) acaba de descubrir lo que aquí ya sabemos: que la institucionalidad en nuestros gobiernos regionales y locales es precaria, y que esta burocracia se maneja con un sistema de reglas absurdas que entorpece, desalienta y asfixia la inversión pública y privada. Entonces, dice, que la solución es ponerles, al costado, gerentes externos a los GR y municipalidades para que manejen los 26,000 millones de soles de los trabajos de reconstrucción. Nuestra burocracia no ha dicho ni pío. Hace mucho que aprendió a sobrevivir al paso de gobiernos con la boca cerrada, flotando con perfil bajo. En su misma cara les ha dicho (a esta burocracia) inútiles, incapaces y ociosos. Colocarles gerentes externos equivale, mutatis mutandis, a ponerles un capataz que le aplique dirección y ritmo a la recua. Algo así como cuando nuestro gobernador regional justificaba, en voz baja, la necesidad de su asesor rompe diques. Hay mucho de medias verdades en la realidad descrita y como se plantea enfrentarla. También es una manera de direccionar el negocio, como sucede con la descolmatación en manos del Ministerio de Agricultura. Reconocer una minusvalía profesional para cosas tan pueriles como la elaboración de expedientes técnicos, perfiles y seguimientos de proyectos termina siendo una excusa para el neopragmatismo político nacional: roba, pero hace obra. Finalmente, los ciudadanos somos los espectadores de la lucha entre las burocracias, la limeña o la local, que se disputan los chicharrones de este gran cerdo sobre el que “la arquitectura procedimental se ha enquistado”, en palabras del propio director de la ARCC. ¿Seguiremos con los brazos cruzados? Quizá podamos encontrar mecanismos legales para impedir este saqueo.