Carlos Antonio es un niño de más de 11 años, con cuyo abuelo, converso habitualmente de nuestras experiencias. Desde hace ya hace un buen tiempo me cuenta de los diálogos y vivencias con este escolar, que entra a sexto de primaria.

Afirma que les comenta situaciones vinculadas a los gobiernos de Vizcarra, Merino y últimamente de Sagasti, así como de las vacancias y de la elección en EEUU, Biden y Trump. Agrega que ha comenzado a opinar sobre el proceso electoral y los candidatos. Pero lo que más ha ocupado su atención, me dice mi amigo, es que el niño expresa opiniones críticas con datos básicos de la evolución mundial sobre la incidencia, letalidad y vacunas de la pandemia.

Ciertamente lo señalado obedece a “una mirada concreta” de lo que ve y escucha principalmente en la televisión. Pero ahora Carlos Antonio no solo revisa –lo que es habitual en los escolares – las últimas páginas deportivas de los periódicos, sino también sus principales noticias interiores. Y además en algunas ocasiones cuando tiene dudas le pregunta a él, a sus padres, o recurre al Google y sus diccionarios para entender las expresiones nuevas. Algo importante me dice: para las fiestas de navidad y año nuevo estuvo muy preocupado por las bombardas y sus efectos para muchos niños con autismo y las mascotas.

Mi amigo pone énfasis en que este contacto de “comprensión con el mundo que lo rodea” no implica que su nieto no participe con sus hermanitos en los juegos y las vivencias operativas con “los héroes de su edad infantil”. Tiene un rendimiento escolar satisfactorio y esperado.

Les cuento esto porque amplios sectores de niños, niñas y adolescentes tienen cada vez más contacto con la realidad de sus contextos interconectados, a lo cual no deben ser ajenos “el hogar y sobre todo la escuela”. Me pregunto: ¿En las clases virtuales de los colegios se habrán tratado, en el marco de la formación integral de las personas, estos temas de la actualidad nacional e internacional?