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Carlos Marx fue uno de los más famosos pensadores de la Edad Contemporánea. Vivió en pleno siglo XIX (1818-1883) y su enorme influencia determinó gran parte del decurso de la sociedad internacional en esta época y varias décadas del siglo XX. De origen judío prusiano, a Marx, un hombre de clase media, la revolución industrial de esa centuria y el auge de las ideas de Adams Smith le cayeron como anillo en el dedo para escribir sus obras Manifiesto del Partido Comunista, que hizo en coautoría con su mecenas, Federico Engels; El Capital, que nunca pudo acabarlo; y El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. Marx tuvo muchos seguidores en Europa, Asia y otras partes del mundo. Es la verdad. De hecho, los procesos políticos en Rusia luego de la Revolución de 1917, que acabó con el zar Nicolás II y toda su familia, y la revolución comunista de China de 1949, liderada por Mao Tsé Tung, son dos claros ejemplos del impacto que produjo su tesis sintetizada en la denominada Lucha de clases, donde la violencia era una constante en sus análisis y reflexiones sobre los modos de alcanzar el poder y de cómo mantenerlo. Leyó, y mucho, a Hegel y quedó prendado de los desarrollos dialécticos del filósofo, que a su vez había leído la mayéutica socrática. No es que Sócrates fuera el partero del socialismo. No. Lo que pasó fue que los ulteriores pensadores del socialismo recurrieron a sus bases para comprender muchos episodios del hecho social. En San Marcos leí mucho a Marx. Tuve un curso en el primer año de la carrera para conocer el marxismo y sigo pensando que fue bueno para luego criticarlo con fundamento. Nada de prejuicios contra el socialismo del judío alemán que había combatido la plusvalía, una debilidad del capitalismo que lindaba con la moral empresarial sobre la cual ni la Iglesia tuvo argumentos para contrastar; sí, en cambio, al materialismo histórico y dialéctico que no ocultó el ejercicio de la violencia como método en una sociedad en la cual los marxistas responsabilizaron a la burguesía de las injusticias sociales. A 136 años de su muerte, un día como hoy, no es bueno lidiar con los socialistas por serlo. Hagámoslo contra sus métodos.