Hoy se cumplen 204 años del nacimiento de Carlos Marx y sería mezquino desconocerlo o ignorarlo. Fue relevante en el siglo XIX en que la Revolución Industrial lo inspiró. Autor de “El Capital”, una obra realmente intrascendente, Marx se apropió de la dialéctica como método de Hegel. Desarrolló la idea de la lucha de clases que ha sido para los marxistas el camino hacia el comunismo que realmente no existe.

Los que han insistido en que tuviera un rol en la sociedad internacional, se han valido de falacias para justificarlo, haciéndolo aparecer como verdadero, y sorprendiendo a los pueblos que caían en sus redes o eran sometidos por la fuerza de la imposición como método. El comunismo no existe porque es una utopía, es decir, su campo de realización jamás se hará realidad porque los hombres no somos iguales como se cree.

Contamos con una calidad y una cualidad individual intrínseca que nos hace a todos diferentes, esto es, con virtudes y defectos, propios de cada ser humano en su estado de naturaleza. Es verdad que todos somos iguales ante la ley (derecho natural) para asegurar que así sea como la superior circunstancia humana para evitar los abusos y la arbitrariedad de los que tienen poder o más poder.

La igualdad social que según los marxistas sólo se consigue con la referida lucha de clases para alcanzar la sociedad comunista, en realidad ha sido el pretexto para llegar al poder político como fin último y en su fase activa debe ser violenta. Aunque lo consiguieron -Unión Soviética, China, Cuba, etc.,-, sus sociedades jamás han practicado el comunismo porque sus miembros siempre han obrado por otros caminos pues teniendo el poder, junto a sus familias y amigos, han tenido una vida llena de privilegios y placeres a costa de la inmensa mayoría, ajena a las élites, y con un modus vivendi lleno de frustraciones y desasosiego, pues sus proyectos de vida han sido anulados por el libreto establecido por una autoridad que los quiere en serie para evitar que el talento humano individual siempre innovador, se superpone ante el confort y la mediocridad. Los pretendidos comunistas -a la fecha con muchos conversos-, han sido falsos e intolerantes con quienes no están dispuestos a sus reglas como arma más eficaz y efectiva para neutralizar o eliminar las manifestaciones creativas, propias de la naturaleza humana.

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