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Una de las manifestaciones más populares en las regiones del centro del país es la fiesta de los carnavales. Estas celebraciones son muy tradicionales y tienen gran participación de los pobladores. El último fin de semana, en ciudades como Huancayo, Huamanga, Huancavelica y Huánuco, las calles más céntricas se llenaron de bailarines y orquestas típicas.

Al mismo tiempo que muchos se sumaron al clima festivo, otros cuestionaron estas actividades por los gastos de algunas municipalidades cuando la prioridad era atender a los vecinos afectados por inundaciones y huaicos generados por las intensas lluvias. Otras críticas también aparecieron por los excesos y el vandalismo.

Por ejemplo, mientras Lircay, Huancavelica, fue castigada por granizadas, derrumbes y hasta un alud, dañando puentes, cultivos e instituciones educativas, la comuna local gastó cerca de 100 mil soles en el conocido Carnaval Lirqueño. En otros distritos huancavelicanos también gastaron entre 10 y 15 mil soles, mientras algunos pobladores lloran por desastres y muertes.

“La población está feliz, el carnaval permitió la llegada de turistas y dinamizó la economía”, respondió el alcalde de Lircay, Jaime Dávila, sobre el auspicio de estas fiestas, pese a que la ciudad y gran parte de la región está en emergencia.

En otras ciudades, los excesos han sido criticados. En Huancayo hubo vandalismo y los miembros de Serenazgo terminaron pintados y agredidos al intentar controlar los desmanes en las calles. En Huánuco, algunos hombres se vistieron de colegialas con bandas en las que se leían mensajes vulgares. Esto produjo el rechazo de colectivos y organizaciones sociales, quienes hicieron referencia a la “degeneración de los carnavales”.