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El contralor general de la República, Edgar Alarcón Tejada, ha estado muy activo en el centro del país. Visitó las regiones de Junín y Ayacucho e hizo anuncios impactantes. Por ejemplo, informó que en Junín se detectó un perjuicio económico de 38 millones en Junín en obras. En tanto, en Ayacucho, la cifra es de 21 millones.

Casi 2000 casos de presuntos delitos por corrupción hay en ambas regiones, mientras los denunciados son 398. Por supuesto, el Contralor se lamenta y promete un seguimiento más efectivo a la ejecución de obras.

Queda la indignación de la gente que grita a los cuatro vientos que todos roban. Además, los enfrentamientos entre rivales políticos que se culpan y tiran barro al otro para sentirse más limpios.

En Junín, los que gobernaron en la anterior gestión regional llaman corruptos a los actuales y viceversa. El enfrentamiento y el odio aumentan. Ambos grupos creen que su credibilidad no se funda en lo que hacen sino en lo que dicen, gritan, insultan, vociferan, maldicen; creen que el que lo dice más fuerte es el que está en lo cierto. Los líderes de esos grupos no conocen mejor ideología que los eslóganes y los clichés para parecer más ingeniosos y llegar mejor a las elecciones municipales y regionales del 2018. Da la impresión que la lucha y el ánimo de confrontación solo es para volverse alcaldes, gobernadores regionales o congresistas. Están convencidos que la prudencia, el equilibrio, la sensatez y el consenso son errores. Viven en el territorio de los extremos.

Se necesita fuerza y vehemencia, pero no para anular al otro, no para agredirse, sino para construir una región mejor, una sociedad en la que la corrupción brille por su ausencia.

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