“Profesor, rondero y dirigente sindical. Presidente de la República del Perú (2021-2026). #SiempreConElPueblo”. Este es el perfil de Pedro Castillo en su cuenta de Twitter. Vamos por partes y cucharadas porque aquí hay harto queso por rebanar.

“Palabra de maestro” dijo en campaña y, la verdad, si nos atenemos a su desastrosa gestión como mandatario, ha devaluado la credibilidad de todos sus “colegas”. Además, hasta ahora, no aparece uno solo de sus alumnos ni su palmarés como profesor de aula rural.

Alguien tiene la misión que no se sepa cómo fue Castillo Terrones en las aulas, como educador y estudiante, aunque un buen derrotero es la tesis de maestría llena de plagios que avaló la Universidad César Vallejo y ya analiza la Sunedu.

Y no faltan los que lo acusan de que casi nunca trabajó por dedicarse, precisamente, al sindicalismo (¿se acuerdan de su histriónica caída en la avenida Abancay?) y que tampoco fue rondero, cuya desmentida vino del propio Presidente de la Confederación de Rondas Campesinas, Valentín Sánchez.

Y eso de que se quedará en Palacio hasta 2026 ya suena a broma de mal gusto. Ha llegado arrastrando los pies a su primer año, sigue siendo un aprendiz de gobernante y la corrupción lo tiene del cogote, al igual que a buena parte de su panaca chotana.

Sigue con la cantaleta de que el pueblo es su sostén y le inyecta populismo barato, no obstante, las últimas encuestas indican que los peruanos, en costa, sierra y selva, ya no se tragan el cuento. Conclusión: Castillo es un fiasco.