La crisis política y la debilidad del gobierno de Pedro Castillo plantean serios retos a las organizaciones de izquierda y progresistas que lo apoyaron. El 14 de agosto se reunieron alrededor de 250 delegados de estas organizaciones en su segundo encuentro, justamente para debatir y acordar posiciones y acciones frente a las claras intenciones de golpismo desde otras fuerzas políticas posicionadas en el Congreso, en algunos medios de comunicación y en el poder económico.

Acordaron seguir “construyendo una alternativa política y social, que le cierre el paso a quienes consideran un golpismo fascista y corrupto, rechazando las políticas de continuismo neoliberal de Pedro Castillo”, proponer un plan anticrisis para enfrentar la actual situación económica, ratificando la demanda de convocar una Asamblea Constituyente y persistir en el esfuerzo de construir bases de unidad de la izquierda y sectores progresistas.

El camino zigzagueante, errático e ineficiente del actual gobierno no solo descoloca a las fuerzas progresistas que lo apoyaron, sino que hace difícil –para muchos– sostenerlo frente a la gran campaña en contra, pese a que, como señala bien Sinesio López, este no es, desde varios ángulos, ni el peor gobierno ni el peor presidente de los últimos 40 años.

Requerimos fortalecer el papel del Estado. En tiempos de crisis todos voltearon a buscar el apoyo del Estado y hoy que se empieza a recuperar la economía todo el discurso es favorecer la inversión privada. Teniendo una democracia frágil, enfrentamos el reto de plantear a este gobierno alternativas y propuestas viables y de ejecución de corto y mediano plazo para avanzar en el ejercicio real de los derechos ciudadanos y de las mayorías históricamente excluidas, por lo que también estamos obligados a construir el instrumento político de participación legal pero también de movilización popular.