Mucha indignación genera que en Palacio de Gobierno veamos en funciones no solo a un presidente como Pedro Castillo, que carga en sus espaldas cinco investigaciones por presunta corrupción con imputaciones directas de cobro de dinero, sino también a un sub secretario general como Beder Camacho, acusado de ayudar a fugar a Bruno Pacheco, y hasta a un escolta implicado junto a su hija en irregularidades que no ha inventado la prensa.
Ayer por la tarde llegó el Ministerio Público y la Policía Nacional para detener de manera preliminar a Yenifer Paredes, la cuñada-hija del jefe de Estado, mientras arrestaban al alcalde de Anguía, Cajamarca, José Medina Guerrero. Al mismo tiempo se buscaba a dos empresarios implicados en licitaciones chuecas a través del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento, la chacra de Geiner Alvarado, quien parece ser otro Juan Silva.
Sin embargo, si dejamos la Plaza de Armas con su olor a corrupción, avanzamos por el jirón Junín y llegamos a la Plaza Bolívar, tenemos al frente un Congreso donde un acusado por violación sexual no solo goza de libertad, sino que está en funciones de representación, fiscalización y producción de leyes, todo esto en nombre del pueblo peruano que lo eligió por la región Pasco por Alianza para el Progreso (APP), el partido de César Acuña.
También están “Los Niños” de esa vergüenza de bancada en que se ha convertido Acción Popular por la presencia de estos seis congresistas. Tienen abierta una investigación y hay imputaciones contra ellos por presuntamente haberse vendido por un plato de lentejas sin arroz para hacer de escuderos del gobierno, pero nadie los mueve. Siguen de “padres de la patria” –obviamente cobrando–, sin que a nadie le moleste verlos a diario.
Cuando los peruanos indignados por este gobierno de incapaces y corruptos nos preguntemos por qué el presidente Castillo, su familia y compañía siguen al frente del país, miremos al Congreso que camina por una ruta muy parecida a la que transita el profesor y los suyos. Allí está la respuesta, pues el Poder Legislativo jamás ha estado a la altura del reto de hacerle frente a un régimen de película de terror como el que nos regaló el corrupto y millonario Vladimir Cerrón y la izquierda.