Con la detención del presidente regional de Pasco, Klever Meléndez, y la orden de arresto dictada ayer contra su colega de Tumbes, Gerardo Viñas, a los que se suma el ancashino César Álvarez, son tres las autoridades locales que tendrán que responder desde prisión por los actos de corrupción por los que se les acusa, lo que hace ver el nivel moral de esos caudillos regionales, que durante muchos años han surgido como alternativa al desgaste de los partidos políticos de alcance nacional.

Y a ellos se suman otros personajes que tienen un pie en un penal, como son los presidentes regionales de Cajamarca, Loreto y Arequipa, lo que nos hace ver que más allá de alegar supuestas "persecuciones políticas" y de denunciar escasos sistemas de control como fallas en el sistema de descentralización, lo cierto es que los electores estamos incurriendo en el grave error de elegir a impresentables e improvisados de moral laxa, que llegan al poder para alimentar sus bolsillos.

Es cierto que ninguno de estos caballeros ha sido sentenciado, pero las acusaciones que vemos de parte del Ministerio Público son suficientes en cantidad y contundencia como para darnos cuenta de que la elección de esta clase de personajes no es una excepción, sino una norma muy preocupante que nos muestra lo irresponsables que somos al querer mejorar como país y ver atendidas nuestras necesidades, mientras al mismo tiempo votamos por quienes no merecen nuestra confianza.

Caudillos regionales como los que hoy están con orden de captura, o con un pie en la cárcel, surgieron como alternativa ante el descrédito y el declive de los partidos de alcance nacional. Sin embargo, hechas las sumas y las restas, notamos que el remedio ha sido peor que la enfermedad al tener en las administraciones regionales a sujetos de dudosa reputación, de nula trayectoria política y de pobrísima experiencia en la administración pública, al frente de millonarios recursos.

En el corto plazo, no queda más que procesar judicialmente y sancionar con todo el peso de la ley a quienes hayan metido la uña en la plata de los ciudadanos; y, en el largo plazo, es necesario resucitar a los partidos políticos que aún sean rescatables y fomentar la aparición de nuevas agrupaciones que formen cuadros y permitan la aparición de una nueva hornada de políticos que democráticamente saque del camino a personajes como los que hoy vemos con esposas en las manos.