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Desde antes de su detención preliminar ocurrida en la tarde del martes, la situación del expremier César Villanueva era ya complicada, pues los corruptores de Odebrecht habían señalado ante los fiscales del Equipo Especial para el caso "Lava Jato" que dieron un soborno al mencionado exministro vizcarrista para que les entregue la buena pro para la construcción de la obra vial José de Sisa, mientras era gobernador regional de San Martín.

Pero más allá de su situación judicial, que quizás en un tiempo más lo lleve a recibir una sentencia condenatoria, en el caso del expremier Villanueva hay una carga moral adicional que sepulta a este personaje que apareció en las grandes ligas de la política nacional cuando el expresidente Ollanta Humala lo nombró jefe de gabinete en 2012. Me refiero a que fue desde el Congreso el que promovió la vacancia contra Pedro Pablo Kuczynski por presunta corrupción.

Una vez que saltaron a la luz los nada santos nexos entre las empresas de PPK y Odebrecht, Villanueva movió cielo y tierra para que se dé el segundo proceso de vacancia contra el entonces mandatario, que finalmente lo llevó a su justa y necesaria renuncia en marzo de 2018. El ahora caído en desgracia era el paladín de la moralidad y la decencia en la política, y hacía ascos al cuestionado presidente y a los brasileños sinvergüenzas que habían sobornado por aquí y por allá.

Villanueva volvió a presidir el Consejo de Ministros con Vizcarra y desde ahí estuvo al lado del mandatario pechando al Congreso, cuestionando a la corrupción y promoviendo la aprobación de normas contra esta lacra, supuestamente desde el lado de la honestidad y la decencia. Una vez que dejó el cargo, los exdirectivos de Odebrecht lo acusaron de haber recibido un soborno bajo el codinome de “CV”, quizá por las iniciales de su nombre y apellido.

Ahora, el alfil de la moralidad del presidente Vizcarra ha sido detenido en una cebichería de Los Olivos por tratar de “arreglar” su situación a través de malos elementos del Ministerio Público, que ya han sido separados. Aquí tenemos, pues, a quien sería un falso valor de la política y la moralidad. El cazador de corruptos ha sido cazado in fraganti, y ahora tiene las manos engrilletadas al menos por los siguientes cinco días. La justicia tendrá que decidir su futuro.