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La operación “Chavín de Huántar” cumplió ayer 22 años y tuvo como objetivo la liberación de los rehenes que se encontraban en la sede de la residencia del embajador de Japón, que había sido tomada por 14 terroristas del MRTA en diciembre de 1996. Su denominación recordaba los caminos de la ciudadela de la cultura Chavín (Áncash) y constituyó una de las acciones de rescate de rehenes más efectivas del mundo. Fue exclusivamente de estrategia militar, y este carácter siempre hay que relievarlo y repetirlo. El éxito de la operación llevó a sus protagonistas -los comandos- a ser calificados como héroes (Ley 30554 del 2017). El Estado hizo uso de la coacción, que es la violencia legítima que ejerce a través de sus Fuerzas Armadas para restablecer el orden alterado por la acción terrorista. Jamás su actuación y su éxito debieron medirse por la diferencia numérica de las partes en combate ni por el tipo de armas utilizadas, sino por las ventajas estratégicas de los actores, que por esa razón podían determinar el desenlace de los hechos. Así, pues, era evidente que los emerretistas controlaban la vida de los 72 rehenes, a los que podían liquidar en cualquier momento. En la historia de la seguridad internacional, ha habido diversidad de hechos de rescate y no todos terminaron con el éxito esperado, como sucedió en el teatro Dubrovka de Moscú (2002), tomado por alrededor de 50 terroristas chechenos tras reducir a cerca de 850 rehenes. Los extremistas exigían el retiro de las fuerzas rusas de Chechenia y el fin de la Segunda Guerra de Chechenia, camino para lograr su denominada liberación. La Policía utilizó gases tóxicos, lo que fue muy criticado, produciéndose una matanza. Murieron todos los terroristas y con ellos 130 rehenes. Un fracaso total. Mirando la operación “Chavín de Huántar”, que solo contó con un rehén muerto y los 14 emerretistas -todos lamentables, por supuesto-, por su resultado ha sido incorporada en las gestas modelo de las acciones de rescate militar internacional. En lugar de otros órdenes temáticos gobernados por discusiones bizantinas, este hecho sí debe hallarse en el currículo escolar de nuestros hijos.