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Por un “Acta de Compromiso de Devolución”, recientemente firmado en Lima, Chile nos entregó tan solo dos ejemplares con la promesa de devolvernos en pocas semanas otros 720. Alejandro Neira, el joven director de la Biblioteca Nacional del Perú, ya le puso parche a futuras devoluciones al expresar que “…eso es todo lo que se ha encontrado… es un remanente -lo que queda- de 2007…”. Pero el saqueo de nuestra Biblioteca Pública fue de más de 50,000 ejemplares. La carta de su director, Manuel de Odriazola, al ministro de la Embajada de EE.UU. en Lima, Mr. I.P. Christiancy, de fecha 10/03/1881, lo registra al denunciar que se estaba consumando “…un crimen de lesa civilización…”. También Ricardo Palma, el “Bibliotecario Mendigo”, contó más de 50 mil antes de la ocupación de Lima y exiguos 738 después del saqueo. Confirma las irrebatibles cifras, el encargo del propio gobierno de Chile al sabio polaco Ignacio Domeyko, quien en sus memorias confesó: “Mandé hacer un minucioso inventario de los objetos traídos con indicación del Estado que se hallaban, y publiqué su lista en los diarios del gobierno para que se viera el poco provecho que aportó al país ese robo y cuánto contribuirá para excitar animosidades entre naciones hermanas”. Así, fue publicado en tres ediciones de 16 páginas “consignando 10 mil ejemplares -inventariados- y el resto fue enviado a la Biblioteca Nacional de Chile”.

Gobiernos posteriores adujeron que se encontraban en bibliotecas privadas, como para que le echemos tierra a nuestro patrimonio cultural robado. La presidenta Bachelet, persuadiéndonos para no demandarlos en La Haya, nos devolvió los referidos 3000 libros notariales, de catastro, etc., pero jamás los miles de incunables ni los traídos al Perú al medio siglo siguiente de inventada la imprenta (1440). La inocultable inconducta chilena llevó al senador chileno Jorge Tarud a confirmar que “fue un saqueo y esto se devuelve”, es decir, un botín de guerra. Debimos firmar un acuerdo para que vaya una comisión de investigadores peruanos y haga el inventario. La devolución debe ser total para generar confianza.