Es verdad que el mundo ha quedado impresionado por la rapidez de los chinos para levantar un hospital ad hoc para los casos del coronavirus o virus de Wuhan pero también lo es que a la fecha esta enfermedad se ha cobrado más de 500 muertos y cerca de 28,000 personas infectadas.

El crecimiento desmesurado de la epidemia no ha podido ser controlado por el gobierno de la República Popular China -más de 1,400 millones de habitantes- que decidió como medida inmediata cuarentena -nadie puede entrar ni salir- en toda la ciudad de Wuhan y otra decena y media de ciudades de Hubei, considerada la provincia más afectada.

Las dimensiones de esta epidemia ha llevado la semana anterior a la Organización Mundial de la Salud - OMS, a declarar el estado de emergencia internacional y por si fuera poco, en las últimas horas ha fallecido el médico oftalmólogo Li Wenliang, considerado el galeno chino que alertó al país acerca de esta novísima y extraña enfermedad. Psicológicamente, los chinos de la zona más afectada por el coronavirus, están bastante disminuidos y hasta imputan a las autoridades responsabilidad por su muerte y consideran que si las observaciones y advertencias del médico hubieran sido recogidas -hasta fue detenido y conminado a retractarse por aseverar la aparición de un nuevo virus-, se hubiera podido frenar la epidemia.

Lo cierto, más allá de las comprensibles reacciones de la ciudadanía de los territorios más afectados de China, las acciones gubernamentales para detener y erradicar la epidemia han sido sistemáticas y muy bien estructuradas, pero lamentablemente ha jugado en su contra que el coronavirus no se detiene por nada y ya está mostrando un alarmante crecimiento geométrico. Wuhan cuenta con cerca de 11 millones de habitantes -un poco más que Lima- y no siendo la capital de China, la situación que está viviendo su población ha removido las estructuras políticas del gobierno central.

Lo más importante es impedir que la epidemia se convierta en una pandemia y ese arduo trabajo significa para el gobierno de Xi Jinping decidir nuevas cuarentenas no solo en ciudades sino además en naves -barcos- u otros puntos. Serenidad es lo indispensable para que la epidemia no se vaya de las manos.

TAGS RELACIONADOS