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¿Es acaso creíble y tendría lógica la reciente imputación política de Donald Trump a China, de que estaría minando el proceso de desnuclearización de Corea del Norte conforme lo acordado entre Kim Jong-un y el presidente estadounidense en Singapur? No lo creo y voy a explicarlo. La sustentación de Trump sería la denominada guerra comercial que China -en su idea- pretendería como una variable para su ascendente liderazgo planetario, que la convertiría en algunas décadas más en el próximo hegemón del mundo. La tesis del presidente neoyorquino no convence. China ha sido la primera potencia en frenar a Pyongyang y a su líder de sus arrebatados ensayos nucleares de los últimos años, pues no está dispuesta a que una guerra estropee su imperturbable liderazgo comercial. También lo hizo en el caso de Siria, oponiéndose en el Consejo de Seguridad a los bombardeos de Washington. Los chinos son conscientes de que aún no poseen el inmenso poderío militar de EE.UU. -ningún otro país del globo lo tiene incluido el ruso de solo alcance regional- y, por esa razón, el resultado de un conflicto armado lo único que lograría sería el mayor empoderamiento de EE.UU.

¿Querrá ese escenario Beijing? Claro que no. Veámoslo desde Corea de Norte. ¿Será que Kim Jong-un no ha evaluado ni valorado la reacción de EE.UU. al descubrir una torpe mecida norcoreana para fingir un encuentro y un resultado burlando a su poder político y, de paso, a la paz mundial? Crearía todo el escenario que Washington siempre está buscando en la tesis sobre el espacio de influencia de Henry Kissinger -siempre hay que leer su clásica obra “Diplomacia”- para invadir la península norcoreana y sacar del poder al joven líder y, de paso, al régimen que preside. EE.UU. ya lo ha hecho antes al invadir Afganistán en 2001, luego del ataque de Al Qaeda a las Torres Gemelas, a cuyo régimen talibán que gobernaba este país asiático arrasaron. También lo hizo en 2003, al asegurar que el gobierno de Sadam Hussein poseía armas químicas y así invadió Iraq. No creo que Kim sea ingenuo. Lo que pasa es que Trump distrae internacionalmente ante su alicaído y vulnerable frente interno.