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Toda institución está formada por personas. La familia que conforma la Corporación Educativa San Ignacio de Loyola cumple cincuenta años dedicada a formar a los líderes emprendedores de nuestro país. Es una familia numerosa porque ha empleado bien el tiempo y en estos cincuenta años ha logrado cubrir todos los niveles de formación académica, desde la primera infancia hasta el doctorado. Más de 30 mil estudiantes y miles de trabajadores forman parte de esta gran familia, que sigue creciendo y globalizándose, con hogares en el Perú, Paraguay y los Estados Unidos. Toda universidad es familia, tanto como la familia es la mejor universidad de la vida.

Cincuenta años no se cumplen todos los días. Sin embargo, para la larga vida de las instituciones educativas, cincuenta años son solo el comienzo. Nacidas bajo la tutela de la Iglesia católica, las universidades son instituciones con vocación de permanencia por ser los espacios donde se busca la verdad. Toda verdad, todo conocimiento verdadero, es permanente, y de allí el largo impulso vital de las auténticas universidades. La verdadera universidad, el centro que busca el saber superior, gracias a esta vocación por el conocimiento, asegura su permanencia en el tiempo. Por eso, las mejores universidades construyen la historia de la sociedad donde se establecen.

Necesitamos universidades peruanistas. Necesitamos grandes espacios de conocimiento con una propuesta de valor que influya en las nuevas generaciones mostrándoles el camino del emprendimiento y la globalización. Organizaciones comprometidas con el Perú, con responsabilidad social y que investiguen nuestra formidable realidad para dejarle un mejor país a nuestros hijos. ¡Un gran saludo a la gran familia de USIL por estos primeros cincuenta años de afirmación de la Peruanidad!