Este fin de semana, Buenos Aires fue otra de las capitales latinoamericanas cuyas salas de cine fueron reabiertas al público a más de un año de estar cerradas por la pandemia. Con un aforo del 30 o 50%, dependiendo de la capacidad del recinto, los asistentes deberán usar mascarillas durante toda la función, que podrán ser retiradas cuando los espectadores consuman los alimentos que usualmente se venden en el cine.

Además se contempla que la expendio de tickets será digital, entre otros protocolos. ¿Y cómo vamos por casa? Pues mientras en los países vecinos los amantes del cine ya pueden ir a disfrutar de sus estrenos favoritos con todos los cuidados exigidos, por aquí el asunto se ha entrampado. Si bien ya hay luz verde para la exhibición con un aforo estipulado, hasta el momento el Ministerio de Salud no aprueba la venta de alimentos y bebidas durante las funciones. Y allí está la razón del problema, los representantes del la Asociación Nacional de Salas Cinematográficas  afirman que tiene evidencia científica internacional y estudios locales que esta práctica no es riesgosa y que se considera vital para mantener la rentabilidad del negocio.

Hasta que las autoridades sanitarias no reconsideren ese asunto, no se vislumbra que el sector se reactive, lo que mantiene a miles familias sin trabajo y en expectativa en todo el país. Y mientras este conflicto entre autoridades y exhibidores continúa, ayer se desarrollaron en Lima dos manifestaciones políticas multitudinarias convocadas por Fuerza Popular y Perú Libre, en el que participaron miles de personas. Para sus organizadores y quienes autorizaron estos encuentros allí no hay riesgo de contraer coronavirus, pero sí en una sala de cine con estrictos protocolos. De locos.