En realidad, la segunda vuelta electoral en la República de Colombia comenzó apenas quedó la evidencia incontrastable de que pasaron al escrutinio final el izquierdista Gustavo Petro y el calificado de outsider, Rodolfo Hernández, en la noche del pasado domingo 29 de mayo. Los dos rivales políticos saben de sobra que será presidente de todos los colombianos aquel que no cometa errores o que en todo caso sean los menos posibles para una opinión pública que los mirará de pies a cabeza y esta vez, a diferencia de la primera parte del proceso, seguramente hallarán aquello que no se ve en los candidatos.
Creo que Petro llega a esta etapa con mayores presiones que Hernández y eso lo vuelve, aunque no lo reconozca, en un candidato vulnerable y hasta con niveles de incertidumbre por el futuro en tres semanas más. No es la primera vez que se presenta al escrutinio popular y esa realidad también es una circunstancia que le provocará mayor ansiedad electoral sobre todo porque en el proceso de elecciones anterior Petro quedó muy cerca de convertirse en presidente al pisarle los talones a Iván Duque, presidente saliente.
De otro lado, para el también llamado “Trump colombiano”, el escenario podría parecer menos tenso y menos preocupante que para Petro, pero eso no asegura nada de victorias a priori. Hasta ahora el pragmatismo le ha dado resultados, pero en esta nueva etapa Hernández deberá dar un paso más, es decir, no solamente producirá beneplácito social nacional su discurso frontal y lleno de sensibilidades sociales, sino que la gente le exigirá para todas sus propuestas sean desarrolladas satisfaciendo a la gente con el cómo las hará.
Pero en aquello en que los errores realmente pueden acabar con los candidatos, casi siempre señalados de tontos e insignificantes, será muy difícil revertir eventuales caídas. La imaginación de Petro debe fluir por toneladas para distanciarse de Hernández y éste no tendrá más alternativa que crear la idea colectiva de que realmente es el cambio que toda Colombia está esperando.
Es muy probable que para la segunda contienda electoral veamos una mayor participación de votantes. Es lo esperado en un país donde sufragar es voluntario. Los dos candidatos tienen histrionismo político dado que han sido alcaldes y saben que deberán sacarle lustre a un ejercicio político ya conocido.