El grupo terrorista Ejército de Liberación Nacional (ELN) -la prensa colombiana sigue llamándolo erradamente guerrilla- anunció un paro armado en todo el país desde ayer y hasta mañana (72 horas). Al cierre de esta columna no he tenido a la mano algún reporte relevante sobre acciones violentas. No hay que esperarlas. El solo anuncio no es bueno para el clima de paz que busca Colombia desde que fuera firmado el Acuerdo de Paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC, que hoy técnicamente se encuentran en la condición de desmovilizadas. No es bueno porque el ELN pareciera que con solamente anunciar el paro quiere transmitir a la sociedad cafetera y por supuesto al gobierno del presidente Iván Duque, que están muy bien organizados y firmes en sus pretensiones y determinaciones como las que viene haciendo al eliminar selectivamente a los firmantes del acuerdo. La tarea del gobierno colombiano y con prioridad es sellar el estado de paz ulterior y en ese empeño debería apretar el acelerador porque la sensación ciudadana no parece percibirla. El paro que diezma e impacta sobre todo en la zona norte del país dado que es el espacio territorial en el que tendría una mayor presencia, muestra a un ELN con las ganas de conseguir un empoderamiento y aunque será difícil que lo consiga, lo relevante es que esa es la sensación social que transmite y eso no es bueno. Una regla tutelar es que el Estado colombiano debe mostrarse todo el tiempo con la fuerza del ius imperium frente a cualquier acción que pudieran llevar adelante los terroristas, a cuyas acciones, también la prensa colombiana, erradamente llamada acciones insurgentes cuando debería llamarlas acciones insurrectas o sencillamente acciones terroristas. Colombia merece un estado de paz permanente y si el ELN no quiere negociarlo, al gobierno de Duque no le queda otra alternativa que combatirlo. El ELN busca ganar adictos hasta entre los disidentes de las exFARC y por eso toda la fuerza coactiva y coercitiva del Estado debe actuar sin darle tregua. Los más de 48 millones de colombianos quieren vivir sin violencia y esa la pretensión que van a recordar a Duque hasta el final de su mandato.