En el Perú hay un consenso creciente sobre lo que tenemos que hacer para llegar a ser un país moderno. Este consenso estuvo muy bien expresado unos días atrás en la Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE) que se realizó en Paracas. Los temas de los cuales más se habla son la educación, la seguridad jurídica y la infraestructura. Ya el tema de la educación está por buen camino bajo el actual gobierno y su Ministro de Educación. En infraestructura también hay notables progresos, especialmente en electricidad, mientras que en el tema de la seguridad hay todavía bastante controversia y muy pocos recursos públicos dedicados a esta prioridad. Pero poco se discute cómo podemos lograr las reformas necesarias.

Además, hay dos o tres temas que no se tratan con el debido énfasis. El primero es la urgente necesidad que la formalización laboral y legal se haga atractiva para las pequeñas empresas que hoy son informales. Por consiguiente, dejan a sus trabajadores indefensos sin pensión de jubilación futura y dependientes de un sistema de salud pública todavía muy deficiente. La formalización no solo debe ser una obligación, pero debe facilitarse, mientras que hoy, a pesar de diversas medidas tributarias facilitadoras en los últimos días, la cantidad de papeleo y burocracia más muchos costos adicionales hacen que la formalización no sea atractiva para los pequeños empleadores, que generan la mayor parte del trabajo en el Perú. Otro tema fundamental es el tema del agua potable y del saneamiento, que influencia directamente a la salud pública. Existe un plan, pero hasta ahora no hay ninguna reforma importante de las muy deficientes empresas públicas de saneamiento, con el resultado, entre otros, de alta mortalidad infantil y desnutrición, sobre todo en la sierra y en la amazonía. Y finalmente, aunque pocos se atreven a decirlo, necesitamos una reforma de nuestro sistema judicial que no tiene el nivel de confiabilidad y transparencia requerido para un país que quiere llegar a la modernidad.

La gran pregunta no es únicamente lo que debemos hacer, tema de muchos foros, conferencias y editoriales, sino cómo hacerlo. Propongo algunas ideas para discutir:

- La primera y fundamental realidad es que debe mejorar el Congreso de la República con grupos parlamentarios más cohesionados y con ideas más claras sobre cuáles son las prioridades del país. Algunos han sugerido que se elimine el voto obligatorio y se reemplace por el voto voluntario. Eso sería visto como una medida clasista y en los países que lo han hecho, como por ejemplo Colombia, el porcentaje de votantes en elecciones recientes ha sido bajo, lo que le quita fuerza a las nuevas autoridades electas. Más importante es que lo partidos políticos trabajen a nivel local para conseguir candidatos nuevos que tengan una trayectoria educativa o de liderazgo que los recomiende a los votantes. Esta es una tarea local, pero con prioridad nacional para los partidos políticos.

- Es fundamental implementar un servicio civil a nivel nacional, que incluya las regiones y grandes municipalidades. La ley para hacerlo ya existe, pero falta acelerar la implementación del sistema, mejorando las remuneraciones y la competitividad del servicio público. Es fundamental crear una élite administrativa, así como existe en las grandes organizaciones empresariales, culturales y también en las Fuerzas Armadas. Nuevamente, la palabra “élite” puede ser vista como excluyente, pero en realidad ninguna sociedad funciona bien si no hay una élite competente, competitiva (o sea, no por herencia aristocrática) y bien remunerada.

- Tenemos que estar dispuestos a enfrentar problemas controversiales. Lamentablemente, sin controversia no hay progreso. En este momento, por ejemplo, la implementación de diversas leyes y decretos sobre el medio ambiente y las llamadas “consultas previas” están frenando fuertemente la inversión en minería, que es la principal fuente de divisas del país. Y lo más grave es que esto ocurre en un momento en que el mercado mundial para materias primas, especialmente las mineras, está bajando fuertemente. El resultado es que no llegan las inversiones que necesitamos para impulsar nuestras exportaciones, reducir nuestro abultado déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, y seguir fortaleciendo nuestras finanzas. En los últimos 15 años, grandes proyectos muy realistas, pero a veces controversiales ayudaron a promover el crecimiento del Perú: Antamina, Camisea, la concesión del aeropuerto y del puerto del Callao, la exportación de gas licuado y, ojalá ahora, el gasoducto al sur. Ninguno de estos proyectos salió adelante sin acusaciones y controversias, muchas de ellas promovidas políticamente. Si no estamos dispuestos a enfrentar problemas, las grandes inversiones no se harán y nos estancaremos. El futuro está en nuestras manos.