En un sorpresivo mensaje a la Nación, el expresidente Pedro Castillo intentó encabezar ayer un golpe de Estado. Nadie le hizo caso. Ni las instituciones tutelares de nuestro sistema democrático ni la calles. El exmandatario quedó como las páginas que sostenía en sus manos al momento de anunciar la disolución del Legislativo y el Poder Judicial, entre otros. Como una hoja en la tormenta.

Vulneró el estado de Derecho y la ley. Cometió un delito. En los últimos 30 años también los hizo Alberto Fujimori y terminó en la cárcel. Todo indica que Castillo le seguirá los pasos.

Creo que ante los graves indicios de corrupción de su entorno, que lo involucraba directamente, eligió un nivel de confrontación tan grande para sumir a todos en el caos y destrucción, con tal de alejar el foco de atención en sus tropelías.

El deslizamiento del país hacia un terrible escenario de crisis política y social fue conjurado gracias a la rápida acción del Congreso y el respaldo de las Fuerza Armadas y la Policía Nacional. De esta manera, Castillo se quedó sin margen para hacer valer su aventura golpista.

Por la tarde juró Dina Boluarte como primera presidenta de la historia del Perú. Debe tener mucho tacto para plantar cara ante los nuevos desafíos y plasmar lo que ha dicho en su discurso. No puede andar a tientas e improvisando. De eso ya tuvimos mucho con Pedro Castillo y ya sabemos como le fue.

Lo que deberá tener también es mucha capacidad para generar paciencia. Para cumplir esa tarea necesita tranquilidad, pero primero necesita tener planes y un buen equipo para resolver la crisis política y economíca del país y luchar contra la corrupción. Esperemos que los tenga.

TAGS RELACIONADOS