En pleno debate sobre el voto de confianza al gabinete de Aníbal Torres, más de un congresista lanzó duras críticas al Gobierno por su incapacidad para solucionar los problemas de los peruanos y por sus señales de corrupción. Inflexibles y lapidarios, los parlamentarios no daban ni el beneficio de la duda al Ejecutivo. La sorpresa fue total, cuando éstos le otorgaron el voto de investidura al equipo de ministros. Al final, todo fue cháchara y demagogia barata. Es evidente que este carácter contradictorio abona para que se prolongue la inestabilidad del país.

La mayoría de éstos fueron de Acción Popular y Alianza para el Progreso, quienes demostraron una vez más su complicidad con el Gobierno. No entienden que pueden mantener su interés de defender la gobernabilidad sin necesidad de identificarse y apoyar al Ejecutivo.

Está claro que la mayoría de legisladores abandonó su rol de hacer un control político. No es cuestión de ideologías ni de izquierdas y derechas, es un asunto de consecuencia con su compromiso con el Perú.

Y no solo ganó el Gobierno con el voto de confianza sino también esos energúmenos y vándalos, apostados al frente de la Plaza Bolívar, quienes agredieron violentamente a la prensa. Ellos se sentirán ahora más envalentonados con el respaldo de los parlamentarios a su partido Perú Libre. El futuro para el país seguirá siendo sombrío.