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Causa risa que cada cierto tiempo determinados personajes de nuestra alicaída política recurran al viejo y muy trillado argumento de que son víctimas de un “complot”, de un “andamiaje”, o de la mano negra de sus “enemigos”, cada vez que son sorprendidos en pleno delito, intentando cometerlo o en una situación por demás vergonzosa. Para muestra, tres botones: Yonhy Lescano, Roberto Vieira y el inefable expresidente Alejandro Toledo.

El primero de ellos ha sido acusado de acosar a una periodista en el Congreso. Se han mostrado los chats en los que se demostraría que incurre en un delito muy delicado recientemente incluido en el Código Penal. Sin embargo, el legislador puneño, luego de culpar a los policías de su escolta de haberse “descuidado” del teléfono, dice que todo es un complot del APRA y el fujimorismo para frenar la arrolladora fortaleza de sus aspiraciones a ser presidente del Perú en el 2021.

El domingo último se supo de los “negocios familiares” del congresista Roberto Vieira. Pedía 25 mil dólares a un primo para “solucionar” un problema en el Ministerio de la Producción. Horas más tarde, el personaje en mención se apareció en el Congreso y casi a gritos dijo que detrás de la acusación en su contra había alguna “mafia” e “intereses ocultos”. Lo bueno es que nadie le ha creído y su caso ya está siendo investigado por la Fiscalía y el propio Poder Legislativo.

Pero si todo ello nos parecía poco para las últimas dos semanas, ahí está el prófugo Toledo, quien fue arrestado por andar borracho en un restaurante de California. Pasó la noche en un reclusorio por irse de tragos, pero Eliane Karp, fiel al estilo de la pareja, culpó de toda esta historia al “fujiaprismo”. Algo parecido sucedió a inicios de siglo, cuando el chakano dijo que fue “secuestrado” y “dopado” por el “fujimontesinismo”, y que al despertar estaba en el Melody rodeado de mujeres.

Es cierto que la política peruana es dura y muchas veces indignante. Los delitos en que habrían incurrido Lescano y Vieira son muy graves. Hablamos de un deplorable caso de acoso a una mujer y del pedido de una coima. Sin embargo, no podemos negar que a veces los “descargos” de los personajes denunciados son para la risa. ¿O es que alguien puede tomar en serio el cuento de que en estos casos estamos ante un complot político? ¿Creen que la gente es tonta?