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El reciente anuncio del dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, de que pronto habrá elecciones parlamentarias en el país, no debe merecer ningún ápice de credibilidad ni de ilusión porque sencillamente no conoce acerca de las reglas de juego democráticas que existen en todo país que dice ser respetuoso del Estado de Derecho. Si Maduro defenestró a la Asamblea Nacional elegida legítimamente el domingo 6 de diciembre de 2015, que ganó el control del Poder Legislativo, reflexionando desde el puro realismo político sería una completa pérdida de tiempo creerle y toda su conducta política -ya bastante desgastada- desde que asumiera la presidencia de facto de la nación llanera, gracias a la voluntad del propio Hugo Chávez está absolutamente desprestigiada y llena de malísima reputación, si consideramos los estándares mínimos que existen sobre las calidades para el ejercicio de la democracia. Con el dictador, lo único posible dentro del realismo político es la negociación de su salida del poder. Nada más. Está claro que con el reciente anuncio, Maduro cada vez tiene menos ganas de dejarlo. No lo hará. Cree ciegamente en el apoyo de las Fuerzas Armadas -debe entenderse al apoyo de la cúpula militar que lo sostiene- y también asume que fuerzas exógenas -otros Estados como Rusia, China, Irán, etc.,- lo van a apoyar para seguir manteniendo sus caprichos al frente del país.

El gobierno de iure de Juan Guaidó debería abrir más los ojos y darse cuenta de que las diversas mesas de negociación que se han levantado en los últimos meses, con el propósito de que Maduro deje el poder, solamente han sido un engañamuchachos. Guaidó, que cuenta con el apoyo de más de 50 países de la comunidad internacional, acaba de declarar que el presidente gendarme de Venezuela solamente saldrá por una acción concertada que decida defenestrarlo legítimamente. Está claro que también se ha cansado de la ausencia de buena voluntad para llevar al país a un final conforme a lo esperado por la inmensa mayoría de venezolanos. Maduro no dejará el poder jamás y mucho menos lo hará por las buenas, esa es una penosa realidad que las naciones del hemisferio deberían tener muy en cuenta. Maduro debe caer ineludiblemente y ese momento deberá concretarse con las armas del derecho o las de la fuerza, pero desde adentro, nunca avalando una invasión. 

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