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Es de esperarse que a partir de hoy, con las confesiones de los corruptores de Odebrecht ante los fiscales peruanos en Brasil, por fin comencemos a conocer lo que realmente hay detrás de toda la cochinada que se ha vivido en el Perú en los últimos años, en que los responsables de la constructora se la pasaron sobornando a delincuentes enquistados en los diferentes niveles de la administración pública para ganar licitaciones.

Y es de esperarse también que el Ministerio Público actúe con transparencia y con un gran sentido de equidad ante los que resulten señalados por Jorge Barata, Ricardo Boleira y demás personajes. Si se va a actuar con severidad, que sea con todos, y no solo con los que caen mal a los fiscales o a sus amigos. La ley penal debe aplicarse a todos. Un caso que ilustra lo que menciono es el que protagoniza la exalcaldesa de Lima Susana Villarán.

Los corruptores antes ya han confesado haber entregado dinero a las campañas de Alan García, a través de Luis Alva Castro, y de Pedro Pablo Kuczynski por medio de Susana de la Puente. También se habla ahora de aportes a Lourdes Flores Nano. Sin embargo, hasta ahora solo han pisado prisión Keiko Fujimori y parte de su entorno; así como Ollanta Humala y su esposa. ¿Por qué no se ha actuado con la misma severidad con los que también habrían recibido plata sucia?

El Ministerio Público, ya sin Pedro Chávarry al frente, tiene una gran oportunidad de demostrar que no está actuando con criterio político por delante, una vez que tenga en sus manos las confesiones de los brasileños que nos hicieron ver que en el Perú los políticos y funcionarios públicos tienen un precio. Lamentablemente, la “aceitada” parece haber sido en todas las tendencias (izquierda, derecha, centro), como para que nadie salga a venderse como la “reserva moral” del país.

Son días cruciales para el Perú, y los fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez tienen en sus manos una gran responsabilidad. El objetivo ahora es conocer quiénes son los corruptos en todas las instancias, más allá de los rumores que hayamos escuchado en los dos últimos años. Es el momento de la verdad y de la aplicación de la justicia con equidad. Hace dos años Odebrecht admitió haber pagado coimas y es poco lo que se ha avanzado.