En América Latina corren vientos de cambio, se busca la renovación ya que existe un sentimiento de desgaste y cansancio. Por eso se está instalando la idea de una década reformista para que los países renueven su confianza en la democracia. En el Perú tenemos una base importante que es el Acuerdo Nacional que contiene la visión de nuestro país para la continuidad. A pesar de su carácter no vinculante es un instrumento útil bien pensado y desarrollado que estableció un horizonte y marcó las políticas públicas venideras. Luego de la recuperación de la democracia no nos dimos una nueva constitución pero el Acuerdo Nacional definió el antes y el después para un gobierno que iniciaba sus funciones después de dejar atrás la transición presidida por Valentín Paniagua. ¿Debemos ponernos a la búsqueda de los consensos para determinar el pacto social base de una nueva Constitución?

El país se plantea nuevas políticas para nuevas instituciones que puedan enfrentar los desafíos de la inclusión social, la desigualdad, el crecimiento, el desarrollo, la lucha contra la corrupción y la inseguridad. Las demandas son muchas al extremo que vamos perdiendo el sentido de la urgencia en salud cuando debería ser la prioridad dada la mortandad que no cesa. Los consensos son cada vez más difíciles, la confrontación ha sido la regla en este quinquenio y el descontento erosiona la credibilidad de gobernantes y de candidatos. A menos de un mes de la definición electoral el dilema divide y el cortoplacismo se impone. Sea cual fuere el resultado del 6 de Junio sabemos que el tramo hasta el 28 de Julio 2021, cuando comience el tercer siglo de la República, será muy complicado y tendremos que hilar muy fino y con mucha brillantez para recuperar la calma y la serenidad que requerirá avanzar en un momento constitucional. Esperemos que así sea por el bien de todos