GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

La izquierda incendió la pradera y llevó a Vizcarra a disolver ilegalmente el Congreso. Pero no para limpiarlo de corrupción. Su objetivo final es vender la idea de la indignación contra el “modelo económico neoliberal” y forzar una nueva Carta Magna. De hecho, se sentirían suficientemente ganadores si lograran modificar solo el capítulo del régimen económico de la Constitución de 1993, que es la génesis del marco institucional que ha permitido la época de mayor desarrollo del Perú de toda su historia republicana. Una etapa de más de 25 años que puede llegar a su fin si las fuerzas de izquierda prevalecen en el próximo Congreso. Y ahora que andan envalentonadas por haber capturado virtualmente el Gobierno utilizando la figura de Vizcarra, luego de haber liquidado el último bastión de resistencia con la disolución ilegal del Parlamento, sienten que pueden ir por el “premio mayor”.

Se ampararán falazmente en que “la calle lo pide”, como hicieron para habilitar el linchamiento del Legislativo. Pero, cuidado, que no ha fracasado el modelo económico. Ahí están los indicadores para probarlo, a elegir. Lo que ha fracasado es el modelo de Estado que tenemos. Un Estado patrimonialista, ineficiente, lento, sobredimensionado, mercantilista y corrupto. Un Estado que no puede construir las autopistas urbanas y las líneas de metro con la celeridad que requieren quienes viven en los conos de Lima y que hoy gastan 5 horas de sus vidas en el precario transporte público. Un Estado que no puede defender a sus pobladores de la delincuencia. Un Estado que todavía no puede poner agua a tiempo completo en todos los hogares peruanos. Un Estado que nos cobra impuestos para financiar pocas obras, pero con mucha ineficiencia y corrupción. Contra ello es la indignación de todos nosotros. No es contra el modelo económico. No nos dejemos vender humo ni gato por liebre.