Conversando con los espíritus
Conversando con los espíritus

Para aquellos que no les gusta el bullicio de estas fiestas, la mejor forma de entretenerse sin salir de casa es decidiéndose a conversar con los muertos. Contra todo lo que usted pueda haber escuchado, no es sencillo ni siquiera el verlos. Según maestros en este oficio, los siguientes son los pasos obligados: "Tome la placenta de un gato que sea de color negro, nacido de un gato negro. Luego la consume en fuego, la pulveriza y se refriega un poco de ella por los ojos". Tras de este proceso, los fantasmas aparecerán por doquier y se podrá escoger al más indicado. Lo que sí es dificultoso es hallar al felino.

Mi método es más sencillo. Yo estoy entre los que creen que las almas de los escritores no se elevan a ningún sitio; sino, más bien, se quedan en sus libros jugueteando con letras, escondiéndose tras frases y burlándose de todo aquel que ingresa a su mundo con la presuntuosa ambición de conocerlo en unas horas. De aquí mi respeto hacia ciertos libros y también la explicación de por qué me presento al autor, para luego advertirle que mi objetivo es tomarlo por el cuello y hacerle morder el polvo de la negación. De alguna manera siento que el espíritu me escucha, que muda su ironía en seriedad y que se prepara para resistir airoso. Cuando menos lo espera, lo sorprendo con un golpe de raya en la primera hoja. De ahí para adelante, insisto con el lapicero rojo que es el que niega y no dejo de aplicarle interrogantes como anotaciones al margen. Al final, y aunque por lo general la victoria le pertenece a los espíritus, yo siempre gano. A esta técnica de conversar con los muertos yo la llamo: ¡Leer para oponerse! Sé que hay libros que solo son páginas que se suceden sin pena; pero hay otros donde se puede tocar el alma y la agonía de sus autores. Estas obras son las que yo busco, porque me atrae el misterio de su creación y porque pugnando como pugnan por apoderarse de nosotros, nos ayudan a renacer y a afirmarnos espiritualmente. Estos libros son raros; pero cuando se encuentre con uno donde nomás al comenzar le salte un escorpión que pique sus certezas, debe saber que tiene entre sus manos un tesoro.