El coraje de un pueblo se demuestra cuando surge una crisis como esta del coronavirus. El pueblo peruano es un pueblo valiente. Tenemos santos y tenemos guerreros, ellos son la prueba concreta del temple de nuestra gente. Por eso, no sorprende ver a nuestro pueblo viviendo la solidaridad en medio de esta pandemia. Pienso en médicos, enfermeras y soldados. Pienso en los maestros y trabajadores de primera necesidad, pienso en todos los que mantienen al país en movimiento haciendo patria minuto a minuto. Son héroes anónimos que demuestran el coraje peruano. Podemos estar en cuarentena pero jamás debemos detenernos. Esta prueba histórica la superaremos juntos, dando el ejemplo a nuestros hijos.

Un país está construido sobre las cunas y las tumbas. Las grandes naciones se forjan en las horas más oscuras. La población necesita liderazgo. Merecemos saber la verdad. Solo la verdad puede conducir a los indolentes o despistados a reconocer el enorme desafío que esta pandemia significa para el Perú. Con verdad y coraje saldremos adelante.

Las impresionantes lecciones de solidaridad y heroísmo que tantos peruanos dan en estas semanas de lucha serán formativas para los jóvenes de la generación del Bicentenario. Obras son amores y no buenas razones. Todos, sin excepción, podemos ayudar al que lo necesita. Todos tenemos una responsabilidad con el país. Hay muchas formas de cumplir con ese deber. El estándar es guardar la cuarentena. Pero la medida del amor es amar sin medida. ¿Dejaremos que la gente muera sin hacer nada? ¿Viviremos solo para el egoísmo? Es la hora de la verdad y del coraje: es hora de la peruanidad.