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Mientras la Junta Nacional de Justicia (JNJ) se implementa a paso de tortuga, cada día aquellas personas que pisan los pasillos del Poder Judicial están más indefensas ante la impunidad. Algunos malos magistrados no pueden ser desaforados mientras no haya un ente que lo ordene.

Es un tema delicado que nuestra clase política no repara por navegar en debates estériles. En vez de agudizar la crisis nacional por la corrupción institucionalizada, los congresistas deberían estar enfocados en darle forma a la ley para la JNJ. Lamentablemente, nuestra justicia sigue languideciendo.

Sin un ente que regule la idoneidad de los magistrados, no se puede ejecutar la salida de quienes han hecho de las cortes de justicia una feria. Hay temas pendientes de destitución de jueces, pero desde que se destapó el chanchullo de la corrupción en el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), todo proceso ha quedado detenido.

Lo mismo ha pasado con aquellos buenos profesionales cuyo proceso de evaluación ha quedado pendiente. Postulantes con experiencia profesional para obtener los cargos de fiscales, así como de jueces, no pueden todavía trabajar mientras dicha JNJ no entre en funciones.

Por tales motivos, ¿creen acaso que quienes conozcan que están a un paso de la destitución trabajan de modo honesto? Definitivamente no. Si no han sido separados de manera oportuna, entonces lo más probable es que sigan comiendo de ese banquete por un tiempo más.

Si en realidad queremos frenar la corrupción y darle un giro óptimo a nuestro sistema de justicia, los miembros de las diversas bancadas del Legislativo deben dar muestras de acción sacando adelante la JNJ. Suficiente tenemos con escuchar que todos quieren el bien para el país. Este es el momento de hacerlo.