Las imágenes son realmente impactantes. El piloto jordano Moaz al Kasasbeh fue quemado vivo. Los yihadistas no llegaron a mostrarlo vivo como fue exigido por Jordania cuando lanzó la respuesta positiva a la oferta de liberar a Sayida al Rishawi, una mujer vinculada al atentado en un hotel en Amán, en 2001. Si el Estado Islámico (EI) hubiera querido realmente concretar el canje no se habría demorado en mostrar la señal, pero al no hacerlo queda reforzada la tesis de que el piloto fue asesinado en los primeros días de enero, a poco de ser reducido cuando cayó en un río, en territorio controlado por los extremistas. La revelación del video de su muerte -que al cierre de esta columna no había sido confirmado como veraz- nos plantea varios análisis. En primer lugar, es un giro en las formas de ejecución pues las anteriores mostradas al mundo fueron decapitaciones; segundo, se trató de un militar por tanto se trata de un claro mensaje para las fuerzas armadas de los países que como Jordania se han alistado en la coalición internacional; tercero, la víctima era un árabe musulmán como los son los yihadistas. Esto último confirmaría la tesis de que el fenómeno terrorista no es un asunto religioso como algunos han querido sostener sino que, en cambio, se vale de la religión como un pretexto para sembrar el estado de terror. Cuarto. El video muestra al piloto caminando por territorios devastados por los bombardeos de la coalición, lo que los habría impactado; y, quinto, como una consecuencia, la fiereza del EI se ha agudizado en momentos en que comienza a sentir el peso de la acción de la coalición como sucedió recientemente al recuperar la fronteriza ciudad iraquí de Kobane. De ser así, pronto comenzarán las acciones de infantería o de arrastre..