Hace poco, participé de un webinar político en el que hablábamos de las soluciones a la crisis que vivimos. Partimos por entender el concepto de “crisis” y definirlo como una situación “difícil” que aparece de pronto, de manera inesperada, súbita, y que amenaza nuestro bienestar. En el Perú, sin duda vivimos varias crisis: la crisis política y la crisis económica, pero la más importante es la crisis social, esa que envuelve en su halo a los seres humanos y a su falta de valores, falta de sensibilidad y falta de humanidad. Esta es la crisis fundamental, que desencadena todas las otras. Rudyard Kipling decía, cuando escribió el hermosísimo poema “If” (si) “…Si puedes conservar la cabeza cuando a tu alrededor todos la pierden y te echan la culpa...”, “…Si puedes encontrarte con el triunfo y el desastre, y tratar a estos dos impostores de la misma manera…”, “… Si puedes soportar escuchar la verdad que has dicho, tergiversada por bribones para hacer una trampa para los necios…”, y mil otros “si”, concluye: “tuya es la tierra y todo lo que hay en ella”.
En nuestro país, todos hablamos de crisis, pero no nos detenemos a pensar “quiénes” somos las unidades más pequeñas que la generamos con nuestro egoísmo, con nuestra mezquindad, con nuestra desconfianza y con nuestra avaricia. Nos mentimos unos a otros, nos herimos, nos agredimos, nos engañamos, nos robamos, hasta nos matamos; no importa si hay niños, ancianos o mujeres inocentes envueltos, barremos con todo. Vivimos muy rápido, con demasiada premura, en una crisis perpetua de falta de todo (teniéndolo todo). Para salir de esta crisis, necesitamos parar, necesitamos detenernos, necesitamos hacer una pausa. Necesitamos “resetearnos” y volver a disfrutar de lo más sencillo. Aprender a dar y entender que es mucho mejor que recibir. Necesitamos recuperar valores, sensibilidad y cumplir todos con el principio de legalidad. Tratemos de revertir la crisis de la mentira, del miedo, de la corrupción; tratemos de revertir la soledad, la depresión y la violencia; solo así podremos curarnos, podremos sanar y remendar todas las otras crisis que nos agobian, que buscan recibir y jamás “dar”.