Sri Lanka, un país asiático de casi 21 millones de habitantes, ubicado en pleno océano Índico y formando la bahía de Bengala, frente a la parte más austral de la India, ha sufrido ayer el más sanguinario atentado terrorista de su historia. Una serie de explosiones -alrededor de 8- con el saldo de más de 207 personas muertas en iglesias cristianas -representan el 7% de la población del país- y hoteles con alto número de turistas extranjeros ha puesto la mirada del mundo en este país de mayoría budista, religión originada en la India entre los siglos VI y IV a.C., la cuarta en número de fieles en el mundo y que penetró en la isla en el año III a.C. Lo voy a explicar. Quizás el proceso conflictual más visible que se vive en este país desde que lograra su independencia del Reino Unido en 1948 -llamándose por cerca de 3 décadas Ceilán- sea el de carácter étnico que lleva ya muchos años determinando la vida del país e incluso habiéndolo envuelto en una guerra civil apagada recién en el 2009 con cerca de 100 mil muertos. La reciente masacre llevada adelante en la Pascua de Resurrección, considerado el día más importante en el Calendario Litúrgico católico, rompe la relativa calma y confirma la intolerancia religiosa en este país asiático, lo que no es una excepción entre los diversos credos que existen en la heterogénea sociedad asiática. En Sri Lanka, por lo menos el 70% de la población es budista; además, cuenta un 14% hindú y un 9% de musulmanes. Al cierre de esta columna, no se conoce qué grupo se habría atribuido el atentado; sin embargo, no es un secreto que grupos católicos estuvieron exigiendo reparaciones y clarificaciones ante la justicia por los sucesos de la guerra civil (1972-2009) y que por ello no puede asegurarse que se trate de un ensañamiento del terrorismo islámico; además, la zona sur de la India ha tenido una relación muy difícil con la isla. De hecho la mayoría cingalesa, que domina el país, se ha enfrentado de modo sangriento con la minoría tamil, lo que los cristianos han venido denunciando, por lo que se habrían vuelto blanco de los ataques en un país dominado por el conflicto entre etnias