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Lo que le hemos hecho al suboficial PNP Elvis Miranda debiera motivar una seria reflexión sobre la manera en que tratamos a nuestros policías, a sus familias y, a la larga, a nuestras instituciones. Durante 26 días fuimos testigos del esfuerzo incansable de sus parientes por poner fin a una carcelería injusta, ilegal e inconstitucional, dictada por jueces y fiscales que no entienden las leyes que aplican y que firman detenciones como apretando un gatillo. La carrera judicial y fiscal no es una carrera por ver quién manda más gente a la cárcel, ni qué fiscal logra más detenciones anticipadas.

Ha tenido que ser un juez constitucional el encargado de corregir la negligencia de enviarlo de entrada a la cárcel por abatir a un delincuente, cuando su responsabilidad debe ser probada recién al final del proceso y no presumida antes.

A su salida de la cárcel, el policía anuncia que estudiará Derecho para ayudar a otras personas en la misma situación. “He vivido en carne propia lo que es estar en prisión de manera injusta. Hay varias personas, policías y civiles, que están presos injustamente”, ha dicho. El mundo al revés. El Estado persiguiendo a quienes debe respaldar.

La situación es más chocante porque el ministro del Interior informó que hay otros 93 casos de policías investigados por hechos similares que han tenido que fugar por “temor a ir a prisión”, como el caso de ocho policías piuranos. No se trata de impunidad ni mucho menos, se trata de analizar los hechos, de atender las circunstancias en las que se realiza la tarea policial y de la necesidad de dotarlos de las herramientas suficientes para proteger a la sociedad y de brindar los mecanismos de protección para ellos y sus familias. Si no, ¿cómo pedimos resultados?

La única manera de tener alguna oportunidad de ganar la guerra a la delincuencia es respaldar su labor. ¿A quién le conviene una institución cuestionada, una policía desprotegida? ¿Quién gana cuando los policías se lo piensan tres veces antes de perseguir a un delincuente o empuñar su arma para frustrar un asalto? ¿Cómo reaccionamos como sociedad cuando los asesinan? No pidamos más institucionalidad si lo primero que hacemos es minarla desde la judicatura (o la prensa).