Los acontecimientos políticos se precipitan y sin luz al final del túnel. Un Congreso desprestigiado totalmente cierra los ojos, se tapa los oídos y calla pretendiendo mantenerse hasta el 2026 bajo el eufemismo de “elecciones complementarias”.
Desde el Ejecutivo no se quiere aceptar la demanda ciudadana de renuncia al cargo de presidente de la República y, para mantenerse, felicita el accionar violento y asesino de la fuerza policial, y saca a las Fuerzas Armadas a las calles para controlar el desborde popular y retomar el control de las carreteras.
No hay peor ciego que el que no quiere ver y Dina Boluarte no quiere ver que se sienta sobre más de 60 fallecidos. Por eso, ¿cuántos muertos quieres para entender que no tienes ni tendrás legalidad, menos legitimidad? Renuncia ya.
La movilización ciudadana ha entrado en un período de resistencia, con treguas por horas o los fines de semana, rechazando toda forma de violencia, evitando caer en provocaciones y con exigencias firmes: renuncia de Dina Boluarte, elecciones generales este 2023 y asamblea constituyente. Exigencias ya nacionales.
No se quiere entender que la movilización de las regiones es por dignidad, por respeto al ejercicio de su ciudadanía. Los votos eligieron un presidente y a este “le aplicaron racismo y clasismo…los poderes económicos, la Fiscalía y la clase política… lo ‘serraneaban’… le hicieron lo mismo que a nosotros nos han hecho toda la vida” (dirigente de Barrio Chino-Ica).
Resolver el entrampamiento actual requiere fuerza ciudadana movilizada pero también diálogo para encontrar propuestas de solución, las que pasan por convencer a la presidenta de que renuncie o, que el Congreso, mostrando un atisbo de lucidez, apruebe un verdadero adelanto de elecciones generales.