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A pocas horas de recibir al Papa Francisco, los ciudadanos del norte comienzan a reunirse en un punto en común: Trujillo, una ciudad que fue blanco de los huaicos durante El Niño Costero. Pero no fue la única, sino que regiones como Tumbes, Piura, Lambayeque, Cajamarca y Áncash se identifican con el desastre natural.

Hablar del norte del país es mencionar a una serie de creencias y leyendas católicas, no por algo más de 30 sagradas imágenes recibirán la bendición del sumo pontífice mañana por la tarde en la Plaza de Armas de Trujillo.

Quien no ha visto arrastrarse de espaldas a las personas para llegar a los pies del Señor Cautivo de Ayabaca, Piura, puede creer que la fe tiene límites. Se equivoca. No hay universo que detenga las ganas y la convicción de creer. Sus fieles se rebelan contra el cansancio y pueden, incluso, recorrer a pie cargando una cruz desde Lima hasta la sierra piurana.

La Virgen de la Puerta, en Otuzco, sierra de La Libertad, es la santa más inclusiva del país. A la fiesta en su honor no solo van aquellos católicos que discriminan a los homosexuales, sino que estos últimos son quienes la consideran su patrona, una protectora espiritual para sobrevivir en este mundo desigual.

La Cruz de Motupe carga la religiosidad de un pueblo que nunca se rindió ante el sacrilegio ocurrido en el 2011. Dicen que el Señor perdona a todos, pero llevarse el sagrado símbolo por unas cuantas monedas parecía un pecado mortal. Aun así, un mar de gente salió en búsqueda de su fe, suplicando perdón para aquellos que no sabían lo que hacían.

Chimbote es San Pedrito, el patrón de ese mar bondadoso que, junto a la clase trabajadora de la pesca, llevó a la ciudad a la cúspide de su desarrollo. En una pequeña lancha conocida como “La Niña”, la santa imagen también estará presente en la reunión mariana que ofrecerá el Papa Francisco.

Hay razones para creer, para confiar, para la fe. Hay una fiesta católica en la cual no se cobra entrada ni se reserva el derecho de admisión. El norte tiene ese punto en común.