La semana que termina ha empezado de lleno la campaña electoral en Venezuela con miras a las elecciones presidenciales que se llevarán a cabo el próximo 28 de julio. Con ellas, la mafia chavista con Nicolás Maduro a la cabeza pretende quedarse en el poder por lo menos hasta el 2031, mientras que la oposición con el diplomático jubilado Edmundo González Urrutia busca contra viento y marea acabar con la tiranía asesina, ladrona y hambreadora vigente desde hace 25 años.
Sin duda el chavismo está desesperado, pues si bien apelaron a leguleyadas para dejar fuera de carrera electoral a María Corina Machado como candidata única de la oposición, la dama ha sabido endosar su popularidad a González Urrutia, con quien hace campaña por diferentes rincones de ese devastado país a fin de ganar más aceptación y ser una alternativa democrática y libre a lo que insiste en ofrecer la mafia que maneja a su antojo los poderes públicos, el sistema electoral y las Fuerzas Armadas.
Al ver que no la tienen fácil, la dictadura ha impedido el ingreso de observadores internacionales de crédito como los de la Unión Europea, que puedan denunciar el fraude que sin duda están tramando; y hasta ha bloqueado la posibilidad de que los millones de venezolanos en el exterior (solo en el Perú son más de millón y medio) puedan votar, pues saben que la diáspora se la tiene jurada al chavismo que los llevó a dejar su tierra y su familia casi con la ropa que tenían puesta.
Dicho esto, la comunidad internacional que crea en la democracia y la libertad tiene que estar muy atenta con la integridad física del candidato de la oposición, pues en su desesperación el chavismo, a través de algún “espontáneo”, podría atentar contra su vida. La banda criminal fundada por Hugo Chávez no va a entregar el poder tan fácilmente. Saben que si lo hacen se irán directo a la cárcel o en el mejor de los casos huirán como apestados a algún país paria a gozar de lo robado.
Frente a asesinos y ladrones como Maduro, Diosdado Cabello y compañía, no se puede actuar con inocencia o ingenuidad. El fraude y un “oportuno” magnicidio pueden ser herramientas a las que acuda el chavismo para mantenerse en el poder y librarse del brazo de la justicia, aunque ojo que estos comicios son solo presidenciales, por lo que igual , así gane González Urrutia, la banda seguirá manejando el Congreso, el sistema de justicia, a la policía y al resto del aparato estatal. La lucha es larga.