GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Es paradójico que el Perú sea el anfitrión de la Cumbre de las Américas de abril próximo, denominada “Gobernabilidad democrática y lucha contra la corrupción”, cuando tiene a su jefe de Estado en el límite del decálogo de la sinceridad con respecto a su participación como ministro de Estado y sus asesorías a la empresa Odebrecht inmersas en el caso “Lava Jato”.

Esta importante cita se enfocará en establecer medidas concretas en la lucha contra la corrupción, un debate postergado y que solo ha sido instrumento de uso para la tribuna, mas no eficaz a la hora de traducir en cifras la reducción de este mal que no solo aqueja a nuestro país sino al resto del planeta.

Sería bueno que para abril tengamos un panorama más preciso de la función que cumplió el entonces ministro de Economía y ahora jefe de Estado a la hora de entablar relaciones comerciales con la brasileña Odebrecht. Ni en la arena jurídica ni en la tribuna están claras las cosas.

Por ahora, lo único que tenemos claro es que el Mandatario alargó los plazos para informar acerca de su -como él afirma- desordenada forma de trabajar con sus empresas, lo que casi le cuesta el puesto con la frustrada vacancia. Después de esto, por más que se esfuerce en darle vuelta a la página, solo ha conseguido seguir restando el poco crédito que le brinda la ciudadanía.

Vendría bien que, como dice la ministra de Relaciones Exteriores, Cayetana Aljovín, la cumbre sirva para poner sobre el papel las acciones concretas que deben asumir los países firmantes para afrontar la corrupción. Y esto engloba todo, considerando que el mayor caso de corrupción de los últimos años en nuestro territorio tuvo como factor principal a una empresa extranjera.