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Tiempo que se pierde nunca se recupera. Es una realidad aquí o en cualquier parte del mundo. El ministro de Educación, Daniel Alfaro, tiene los argumentos necesarios para afirmar, en entrevista brindada a Correo hace una semana, que cada huelga magisterial en el país afecta directamente en la enseñanza de los escolares y después nunca es lo mismo.

Esta semana que acaba, un reducido grupo de profesores inició una paralización indefinida a nivel nacional, medida que fue declarada ilegal por las autoridades del sector y mediante Decreto de Urgencia (DU) N° 007-2018 se dispuso el descuento de salarios para los profesores huelguistas.

De manera complementaria se autoriza a las autoridades de cada Unidad de Gestión Educativa (UGEL) proceder con el reemplazo de los faltantes, quienes por tres días consecutivos hayan abandonado sus puestos de trabajo.

El Ministerio de Educación (Minedu) si realmente quiere recuperar el principio de autoridad, debe ceñirse a lo que manda dicho DU, y con cada funcionario correspondiente cumplir y aplicar sus alcances. Hay que recordar que anteriores huelgas docentes en colegios públicos interrumpieron el dictado normal de clases y en algunos casos se contabilizó más de 150 días perdidos, los mismos que nunca se recuperaron.

En regiones del sur y centro, donde antes estas protestas tuvieron acogida, hoy se nota que pocos las acatan, motivo por el cual las autoridades del sector, al amparo de las facultades de la norma, deben proceder con el descuento y reemplazo sin dudas ni contemplaciones. 

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